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El
instalador –que debe tener nombre e historia y, aunque tiene nombre en su
gafete, se presentó a si mismo únicamente como “el instalador”- me confió que
la migración la están haciendo por zonas; me platicó varios detalles de la
operación en general y de mi instalación en particular. Cuando dijo que
cambiarían el módem viejo por uno nuevo supe que tendríamos problemas: la impresora
viejita.
Escéptico
como soy –por no decirme arisco- le pedí
la orden de servicio y con ella marqué a uno de los famosísimos y nunca bien
ponderados 01-800 para verificar. Ana creyó que lo hice por desconfiado. Hoy en
día no –repito, no- hay que dejar entrar a ningún extraño en la casa bajo
ninguna circunstancia, aunque sea simpático y venga perfectamente identificado (cualquiera puede
hacerse un identificación digna del mejor espía) o despertarás en un callejón oscuro, con jaqueca y la boca seca por la droga que te dieron para poder extraerte un
riñón y venderlo en el mercado negro, ¿por qué crees que tendrás una cicatriz mal
cocida en el costado izquierdo?. ¿Qué cómo lo sé? ¡Hombre! Pues la advertencia me
llegó por correo electrónico.
La
verdad si llamé por desconfianza, pero por el siguiente recibo de pago que ya
me lo imaginaba con el cargo por el cambio “gratis” del nuevo módem. Me atendió
una chica que debe ser socia fundadora del club de los optimistas –aunque yo me
la imaginé sonriendo a punta de pistola o consciente de que algún supervisor
podría escuchar la llamada grabada y reportarla en caso de que su voz no sonara
como la de alguien que acaba de ganar la lotería-. Sonrisitas Lili me confirmó
todo lo dicho por el instalador. Creo que le habré preguntado unas ocho o nueve
veces si en realidad era “gratis”; ya con la confianza que da el trato le pedí fuese
sincera conmigo y confesara dónde estaba la letra chiquita, pero supongo que la
capacitan para lidiar con gente como yo, o incluso peores, porque no soltó
prenda. Rendido, acepté su dicho y comenté con Ana todo lo que me dijo doña
Sonrisas.
-¿Cómo
ves? Dice que si es gratis.
-¿Te
confirmó los datos del instalador?
-Si
Decidimos
aceptar y salí de nuevo con el instalador para confirmarle la buena nueva.
Cualquiera diría que le anuncié la venida del Salvador porque juro que hasta se
le dilataron las pupilas de la emoción. Cinco minutos después lo tenía de nuevo
frente a la puerta con un compañero, una escalera larguísima, una caja de
herramientas, cable, el módem y creo que hasta un perico (como el de mi suegra,
no como el que usa el plomero). Cuando le pregunté si ellos revisarían que mi
pequeña red doméstica funcionara sin problemas después de instalar el aparatito
me confesó que ellos sólo instalan cables, que para eso tendría que llamar a
otro 01-800. Tuve la certeza más grande de mi vida: tendríamos problemas con la
impresora viejita.
Hicieron
todo el trabajo en menos de media hora, sólo faltaba hacer las pruebas de
conexión y velocidad. Se metieron a no sé qué página a probar no sé qué chismes
y luego a otra página –ésta pública- para verificar el ancho de banda: 6.8Mbps
de bajada y ¡50.3Mbps de subida! Incrédulo como soy les pedí repetir la prueba,
pero nunca bajó de cincuenta. Los instaladores se fueron muy contentos y yo me
quedé muy preocupado y temerosa de la vieja impresora, sabía que no la
reconocería el nuevo módem. Fue mucho peor de lo que pensé: ninguna
computadora reconocía a la otra, adiós a las dos impresoras y de las carpetas
compartidas ni hablar.
Eso
fue hace tres días, desde entonces marco a otro de los inagotables 01-800 ¿acaso se reproducen o qué?. Después de la cuarta conferencia perdí la cuenta
de cuántas llamadas he hecho, pero con cada nuevo contacto me he familiarizado
con términos como direcciones IP, puertos de enlace, DNS, pings, configuraciones manuales,
protocolos, accesos remotos, canales, encriptaciones, grupos de trabajo,
conexiones Ethernet y demás. Con cada nueva llamada de al menos media hora
cada una se arregla algo, pero otra cosa deja de funcionar. Después de varios
intentos uno de los asesores insinuó que, aprovechando la coyuntura, quería
configurar mi pequeña red doméstica a
sus costillas; según él mi vieja impresora jamás había estado conectada a la
red ¡¿Qué le pasa al tipo?! ¡Antes de su módem gratis mi red funcionaba de
maravilla! Quizá no corría a 5Mbps en internet ¡pero carajo! podía mandar
impresiones a la vieja impresora desde cualquier computadora sin problemas,
¡sin problemas!
Lo
peor del caso es que en algunos equipos ni siquiera puedo ver las carpetas
compartidas que tengo en otros, y según los TT –“Técnicos Telefónicos”, no se
vuelen- es porque tengo diferentes sistemas operativos. ¡Por las barbas del tío
Benito! Si, es cierto, son diferentes sistemas, una PC es de hace seis años,
más o menos, y la más nueva no tiene ni cinco meses, una impresora es de puerto serial y la otra WiFi ¡pero todo funcionaba! ¡FUNCIONABA! ¡Lo único “diferente” que
tengo en la red es su maldito módem gratis!
En
la última asesoría me pidieron acudir con “mi técnico en sistemas” ¡Carajo!
¿Acaso creen que tengo uno de esos en la alacena? Si tuviera uno ni siquiera
hubiera marcado sus mentados 01-800. Su méndigo “módem gratis” me va a costar
la visita del técnico, que creo cobra más caro que el doctor.
Podría ser peor, cada vez que necesitamos imprimir un documento y no estamos en la computadora conectada directamente con la impresora respectiva (la de color o la viejita de toner) tenemos que guardar los archivos en una
memoria y caminar hasta la computadora apropiada. ¡Háganme el refabrón cavor!
No es tan malo; por lo menos hacemos ejercicio, pero definitivamente tendré que buscar un técnico en sistemas. Me pregunto si habrá algún 01-800 donde pueda encontrar uno.
No es tan malo; por lo menos hacemos ejercicio, pero definitivamente tendré que buscar un técnico en sistemas. Me pregunto si habrá algún 01-800 donde pueda encontrar uno.