abril 17, 2025

Tan Ella como siempre

El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte; era un martes por la tarde, quizá miércoles o tal vez jueves, francamente no llevo cuenta de los días desde hace un par de semanas en que tuve que cambiar mi rutina. Ahora que lo pienso probablemente era sábado. 

Desde la ventana de mi sala en el tercer piso dominaba una buena parte de la ciudad y del paisaje hasta los lejanos cerros que bordean su contorno. El edificio descansa sobre un terreno en declive lo suficientemente largo y profundo para que las construcciones vecinas no obstruyan la vista. Por el frente, el edificio está sobre una calle ancha que, aunque no es de las principales a ratos tiene tráfico pesado; un recordatorio de que el mundo sigue girando, aunque yo me encuentre arrumbado en una esquina.

El atardecer comenzaba a pintarlo todo de rojos y naranjas hasta donde podía ver, incluso con esos tonos violetas que tan nítidamente delimitan el contorno de las nubes.

Vegetaba tranquilamente distrayendo mi atención entre el paisaje y el trabajo del doctor -nada que fuera a matarme, pero si lo suficientemente aparatoso para limitar mis movimientos-, convertido en náufrago de mi propia mente, divagando sobre mi viejo y querido reclinable. La modorra parecía ganarme cuando comenzó a timbrar el celular.

El mensaje era de Ella, siempre Ella, cuya presencia en la oficina parecía torbellino, eficiente sí, pero con la energía del caos latiendo en sus entrañas, imposible de ignorar; una voz melosa y educada con ese timbre tan suyo, algo impaciente y con ligera tendencia a la perfección (si ella leyera estas líneas seguramente me miraría con las cejas levantadas preguntando con cierto énfasis “¿ligera?”; no le gustan las medias tintas, es o no es, ¡punto!); corrijo lo dicho: algo impaciente y perfeccionista. Muy humana, pues. Su piel blanca, lunar, hace resaltar sus pecas y esa pelirroja melena que más parece arder bajo la fría luz las lámparas led de la oficina. Su mirada que de inocente solo tiene la fachada, muy buena, por cierto, con sus ojos de un color que aún después de haberlos tenido tan cerca como para contar las miodesopsias que habitan en ellos no puedo definir, en parte por mi eterna distracción y mi extravagante memoria, pero también por la intensidad con que te miran, ¿quién se fija en el color del sol cuando su luz te encandila? Su presencia física es solo parte de su encanto, lo que realmente te seduce, te atrapa, es su líbido, que bordea en la ninfomanía, y su maestría para explorarse a sí misma circunnavegando cada rincón de su cuerpo creando un mapa que ella dibuja y redibuja con devoción añadiendo detalles y puntos de interés en cada nueva vuelta. Por supuesto que nada de esto sabía yo cuando sonó el teléfono, ¡oh, vaya que era un completo lerdo en la materia! Como aquel marinero de agua dulce, que se enlista en el puerto de Barrameda y termina en uno de los barcos de Magallanes. ¡No tenía ni meretriz idea de la aventura que me esperaba!

“¿Sigues en esta tierra o qué fue de ti?” -escribió junto con un emoji de una carita preocupada que no le va mucho- “Espero que realmente estes descansando”. Yo estaba hastiado, al igual que Bart Simpson o L.B. Jefferies para los más exquisitos, así que le mandé una foto de la escayola y un breve texto “Aquí estoy, tieso y adolorido”. –“Querrás decir aburrido, supongo”, fue su rápida respuesta. La conversación arrancó ligera y versó sobre todo y nada, alguno que otro chisme de la oficina, chismes profundos, aunque contados con los dedos (éramos pocos en ese trabajo), pero de pronto dio la plática un giro más cálido, como si lo frío de las pantallas nos diera permiso, o confianza, ¿qué sé yo?, de cruzar líneas que, en persona, cara a cara, nunca cruzamos.  Entonces preguntó por mi recuperación, a lo que le contesté “comezón, sanación o pudrición”. –“¿Y de ánimo?”-siguió preguntando. Le mandé un emoji que levanta los hombros. “Pobre”-escribió seguido de un guiño- “Si quieres te ayudo a distraerte”. Lo que pasó después me sacó de mi estupor. Su siguiente mensaje traía adjunta una foto, de esas que abres y solo puedes ver una vez: ella en una camiseta ajustada con el contorno de sus turgentes pechos desafiando la tela, su piel brillando bajo la tenue luz de la habitación donde ella estaba; un mechón de su rojo cabello asomaba por una esquina de la imagen, pero fuera de ese detalle nada había que  permitiera identificarla, el aire se atoró en mi garganta. –“Tu turno, vaquero”-fue su siguiente mensaje y el pulso se me aceleró como si hubiera corrido escaleras arriba en cuatro zancadas. Miré en derredor mío y a mí mismo buscando qué fotografiar; le envié una selfie, en penumbra, sin camiseta, donde se alcanzaba a ver una vieja cicatriz producto de una caída en bicicleta. –“Te hace ver rudo”-escribió y luego mandó otra foto suya: la camiseta levantada mientras la sostenía arremangada con la mano a la altura de los senos, usando el brazo para cubrir aquellos. ¡Vaya que esto escaló más rápido de lo que pensé!

La conversación dio un giro peligroso. –“¿Qué harías si estuviera ahí contigo?”. Su audacia me quebró y sólo pude escribirle “Te dejaría hacer de mi lo que quieras”. Pasaron uno o dos minutos hasta que mandó un audio que solo decía “¿en serio?”, seguido de otra foto que casi me tira del sillón: ella en ropa interior negra de encaje, con dos dedos sobre sus labios (luego te platico cuáles) y la mirada de sus penetrantes ojos clavándose como un puñal en lo más profundo de mí. –“Sigue”-escribió y yo, ya sin freno, le mandé una imagen más atrevida, cubriendo lo justo y ayudado por la penumbra. Escuchar su respuesta rematada con una carcajada descarada me dejó sin aliento: -“¡Madres! ¡eso es de tamaño de mi pasta de dientes!”. –“Be my guest”- le escribí. Ella sin pestañear (o así la imagino) mandó una foto con un tubo de Colgate recargado junto a la comisura de sus labios y con una sonrisa que no dejaba lugar a dudas.

Los mensajes continuaron de aquí para allá y de regreso, como en partido de tenis, cada palabra más corta, más ruda hasta que Ella casi gritó “Esto no se queda así. Abre la puerta en 20 minutos”.

Eran las seis con cuarenta mientras pensaba “¡qué pantorrillas!”. El timbre sonó y tardé una eternidad y media en llegar a la puerta usando las muletas, cuando abrí ahí estaba Ella, pelirroja y letal, paciente:  - “Supuse que tardarías en llegar hasta acá con esa extremidad engarrotada” – dijo señalando mi pierna enyesada – “De otra forma no hubiera esperado tanto”.  Vestía una falda de no sé qué estilo, pero que se le pegaba a las caderas como si estuviera cosida a ellas, apenas conteniéndolas, y una blusa suelta que dejaba ver el encaje negro debajo, aprisionando sus exquisitos senos, pequeños, según ella misma describiría más tarde con una sonrisa burlona, pero con el tamaño perfecto para caber cada uno en una mano. Su aroma, mezcla de perfume (¿jazmín tal vez?) con cuero calentado por el sol (¿su bolso?), un poco de sudor y algo más que no supe identificar o que seguramente creí percibir en mi calentura, me cimbró aún antes que sus palabras: - “No te ves tan maltrecho para estar convaleciente” -dijo con su sonrisa que desarma mientras me hacía suave pero firmemente a un lado con dos de sus dedos (los mismos que usó para cubrir sus labios) y se invitaba ella sola a entrar en la casa. Sus botas resonando contra el piso mientras exploraba el departamento con la mirada se grabaron en mi memoria; afuera ya anochecía, pero aún había cierta claridad; el anochecer todo trataba de rivalizar con ella.


Cerré la puerta y avancé hacia el centro de la sala donde ella se había detenido. Ella no se movió un ápice, así que me acerqué hasta que estuve a la distancia de su brazo, las yemas de sus dedos rozaron mi pecho con estudiada crueldad, tan lenta y ligeramente que aquello era un castigo; se detuvo en mi vieja cicatriz, acariciando los bordes con la anticipada fruición con la que, no me queda duda, acaricia sus propios labios. –“Vamos a jugar rudo”- susurró con esa voz tan suya, capaz de herir y de sanar mientras te embriaga. Antes de que pudiera responder sus labios se hundieron en los míos, duros, hambrientos, con sabor a menta (¿pasta de dientes?) y deseo que no pide permiso. Sus manos bajaron, desabrochando mi cinturón con una pericia que delata experiencia. Me tomó por los costados y me guió con suavidad y firmeza hasta el sillón, empujándome contra él. El zarandeo final me provocó un ligero dolor en la pierna, no pude evitar hacer una mueca. Sus rodillas se hundieron en el cuero del sillón, apresándome en medio, reclamando su territorio. – “Me gusta cuando duele un poco, pero no quiero lastimarte, lo lamento”- su risita confirmó su gusto por lo rudo, por esa línea que pasea entre el placer y los albores del dolor. Me encogí de hombros, hace rato que ya no tenía palabras, solo deseo. – “Azul”- dijo y la miré sin entender. – “Si quieres que me detenga, en cualquier momento, solo di ¨azul´, ¿entendido?”. Asentí con la cabeza. – “¿Cuál es la palabra?”. Antes de que pudiera abrir la boca para repetirla puso sus dedos sobre mis labios (si, los mismos dedos, índice y cordial, de la misma mano, desde aquel lejano encaje negro). – “No, no la digas. En el momento que escuche ´azul´ de ti, sin importar lo que estemos haciendo me detendré, recogeré mis cosas, saldré por la puerta y nunca sabrás hasta dónde pudo llegar lo de hoy, ¿queda claro?”. Volví a asentir sin decir ni pío. – “Me gusta cuando callas… ¿sabes? Mientras más silencio guardes, mayor será tu recompensa, ¿juegas?”. Quise tomarla por la cintura y atraerla hacia mí, pero no pude, caí en cuenta que mientras la escuchaba hablar sacó algún tipo de arnés de su bolsa de cuero y me esposó las manos al sillón. Mientras me miraba con cierta sorpresa las manos atadas con ese artefacto mitad cadenas, mitad cuero, noté la pequeña vena que a veces me pulsa en la muñeca, parecían hipnotizarme mis propios latidos, volteé alrededor buscando mis muletas; Ella las tomó, las tiró al piso y las aventó a un lado con una de sus botas. De inmediato regresé la mirada a Ella y ella sin dejar de mirarme me interrogó con la mirada. Me supe derrotado, así que solo me recargué contra el respaldo y me relajé, suspiré y me encogí de hombros.

Ella se inclinó sobre mi, su roja melena alborotada, ocultándola en parte  mientras con sus dientes atrapaba mi lóbulo, mordisqueando hasta arrancarme un gruñido. - "No tan rápido", siseó mientras clavaba sus uñas en mi piel, rasgando ligeramente, comprobando los surcos rojos con los que marcaba mi cuerpo. Su libido era un volcán bajo control, si acaso tal cosa existe, y ella lo sabía; en cada gesto, en cada palabra altisonante que soltaba como si fueran caricias se adivinaba una hecatombe a punto de suceder, pero en vez de cien sólo había un animal que la sacerdotisa sacrificaba a la nívea Diosa de fuego.

"Mírame", ordenó y se apartó un poco, lo suficiente para que ella me mirase por completo a mi al tiempo que me agarraba con una de sus manos; me acercó hasta recargarme en la comisura de sus labios al tiempo que sonreía y asentía con la cabeza. Luego me soltó y retrocedió hasta la mesa frente  a mi, la ciudad de fondo como escenografía barata. Sacó de su bolso un juguete de silicona, negro y elegante, y lo sostuvo con la familiaridad de quien ha hecho del placer una ciencia.

Ella era una maestra de la autoexploración y lo demostró sin pudor. ¡Hombre, que si da clases se las pagan!. - "Toma nota y aprende", dijo con una chispa de malicia, la sonrisa ligeramente torcida mientras se recostaba ágilmente sobre la mesa. Yo estaba idiotizado, la falda subiendo por sus muslos blancos. La blusa extrañamente en su lugar. Sus dedos guiaron al juguete con precisión milimétrica, pero lo que me volvió loco fue su maestría para mojarse, para despertar su cuerpo a voluntad, una virtuosa de su propio placer.

Sus movimientos, lentos y pausados al principio, fueron incrementando en fuerza y celeridad, pero no linealmente; iba y venía sin aparentemente llevar ningún patrón, como si (se) tocara de oído, cada roce le arrancaba un suspiro que crecía en intensidad. Sus gemidos, crudos y sin filtro  - "¡oh, no mames!"- lo llenaban todo hasta que comenzó a jadear mientras arqueaba su cuerpo contra la mesa y parecía decidir entre recoger o estirar las piernas. Fue como si el mundo entero se rindiera ante ella. Gotitas de sudor perlaban su blanca piel. Y sus húmedos ojos, fijos en los míos, me ordenaban no desviar la mirada. Toda ella era agua.

Volvió a mi, radiante y algo sudada, para subir en mi regazo, sus muslos como tenazas tratando de romperme las caderas, como un cascanueces. La blusa se rindió al suelo, revelando sus altivos pechos, los rozados pezones tensos contra el aire fresco. - “No son la gran cosa, ¿verdad?”, susurró al tiempo que me los ofrecía,  ¡lo que hubiera dado por poderlos acariciar!. - “¡Métemela cómo si lo quisieras!”- ordenó, pero entre mi pierna rota y las esposas que me puso no es mucho lo que podía hacer. Ella lo sabía. Sus dedos se enredaron en mi pelo, tirando hacia si con fuerza, y sus caderas comenzaron a moverse en un vaivén que era fuego. Volvió a arañarme el pecho, las líneas rojas ardiendo bajo sus uñas, y cada “¡así!” que soltaba era un latigazo profundamente gutural que me empujaba al borde. Quería agarrarla con las manos, otra vez las manos, pero apenas alcanzaba a tocarla con las yemas de los dedos.

Ella aceleró, su cuerpo tensándose como un cristal a punto de romperse. "Más duro", gruñó, y obedecí como pude, mis manos apenas rozando sus caderas mientras ella marcaba con frenético ritmo ese torbellino de carne y deseo que me destrozaba. Sus gemidos, mezcla de placer y de dolor, se volvieron gritos, palabras rotas que salían desde sus entrañas —"¡Más, sí, así!"—, y el sudor que goteaba mojando mi pecho, la humedad con la que me empapaba en su bautismo... Cuando su respiración se quebró, su roja melena abarcándolo todo, el clímax la atravesó como un relámpago, su cuerpo temblando con una fuerza que me arrastró con ella. Fue un naufragio, una vorágine que hizo crujir el sillón ahogándome en ella que apagó la noche allá afuera.

Ella se quedó inmóvil, su peso anclándome al cuero, su pecosa piel brillando como mármol vivo. "Eres un puto desastre", dijo, con esa mueca que cortaba como vidrio, y yo, todavía temblando bajo su dominio, solo pude asentir. La noche seguía creciendo allá afuera tras el ventanal, indiferente, pero la verdadera oscuridad era Ella, y yo, yo solo era el idiota que se dejaba engullir por  ella.

agosto 04, 2019

Mosquito ©




Falta poco tiempo para el amanecer y Ella ha pasado despierta la mayor parte de la noche, al menos así lo siente; no sabe si  es insomnio o sólo el molesto zumbido de aquel mosquito. En algún momento se levantó de la cama y prendió la luz para intentar cazarlo, pero el bicho sabe bien su negocio y lo que le va de por medio si recibe un manotazo. Resignada, volvió a acostarse en la cama y se enredó en las cobijas lo suficiente para sólo dejar al descubierto media cara y poder respirar, aunque con ese molesto vaho que se forma cuando tienes la nariz pegada a algo.  El mosquito se ha cebado en su frente, sus pómulos y en esa otra parte, cualquier parte, de su cuerpo que queda brevemente al descubierto cuando se mueve. 


Posee una extraña habilidad que le permite prescindir de cualquier tipo de alarma para despertarse por las mañanas; no que ahora necesitara alguna pues lleva ya tiempo despierta, pero sabe que es hora de levantarse.  Se sienta en la cama para quitarse su pijama de franela, busca sus chanclas y se incorpora  para ir al baño en calzones, se ve cómoda. El mosquito se  posa en su pecho, en el derecho, muy cerca del pezón y comienza a succionar su sangre; Ella lo espanta y continúa su acompasado caminar. 

En el espejo del pasillo se para un momento para mirarse: de frente, de perfil y, en la medida de lo posible, de espaldas. Le gusta lo que ve: una mujer madura, de piel suave y morena, un cuerpo lleno de curvas, las necesarias, y un aspecto que nada le envidia al de Dorian Gray. En un impulso, pone sus manos en las caderas y las va subiendo lentamente hasta agarrarse los senos para sentirlos, acomodarlos; mientras lo hace se imagina a su galán chupándolos, saboreándolos, alternando entre uno y otro, mordisqueando y succionando los pezones; recuerda la última vez en que él, en un arranque de gula, cogió ambos senos con las manos y los apretujo hasta casi juntar los pezones para meterse ambos en la boca y continuar mordisqueando y chupando. Lo inesperado de la maniobra la excitó un poco más en aquella ocasión, lo suficiente para que le agarrara la cabeza y lo apretujara contra sus senos; recordarlo provocó que apretara las piernas, así que decidió apurarse. Se bajó los calzones y se sentó en la taza para orinar. 

De regreso en la habitación, buscó en los cajones su máquina plateada favorita: un pequeño vibrador. Lo encontró en su cajita de madera, la abrió,  lo sacó de su funda  y se fue con él a la cama. El mosquito aprovecho para picarla en la pantorrilla, pero ni lo notó.

Acomodó las almohadas de la cama y se recostó sobre ellas. Se quedó por un momento pensativa y, sin dejar de pensar, comenzó a bajarse los calzones nuevamente, pero con una intención totalmente distinta. Extendió sus deliciosas piernas, las dejó abiertas y comenzó a acariciarse lánguidamente mientras sonreía con picardía,  recordó que le habían dicho que se ve deliciosa en calzones y sin bra, sabía que era verdad. En un momento de distracción, escuchó volar al mosquito y lo encontró volando justo en frente de si; pensó que desde ese punto, el mosquito tenía la mejor vista del cuarto: la veía desnuda, con las piernas como columnas enmarcando su sexo mientras se acariciaba distraídamente. Y entonces pensó que era su amante, y no el mosquito, quien la miraba desde ese ángulo, pero aquel hombre la miraba con lujuria y deseo,  sabedor de que su presencia la mojaba de anticipado placer. El vibrador, pequeño, compacto y muy potente, se sentía frío al tacto. Eso le gustaba de su acabado metálico: la sensación fría al principio que rápidamente se tornaba cálida al contacto con su suave piel; lo encendió y comenzó a presionar donde la práctica le había enseñado que su respuesta era intensa e inmediata.

Le encanta que la chupen toda, así que imaginó  a su amante subiendo desde el extremo de sus pies, besándole cada centímetro  sin prisas, pero sin pausas, observando sus reacciones y atento a los ruidos que emitiera, hasta llegar a sus suaves labios. Se lo imaginó chupándola al mismo tiempo que el vibrador hacía su trabajo; lamentó que en aquel momento, de los dos solo tuviera disponible el dildo, pero prefirió concentrarse en las sensaciones que experimentaba....


junio 12, 2019

Lunar. ©



Lo recuerdo como si hubiera sido ayer: iba saliendo del baño y ahí estaba Ella, recostada en  la cama sobre una pila de almohadas, justo en la orilla, con el control remoto de la televisión en la mano derecha y la mano izquierda reposando sobre su abdomen. Sus largas piernas morenas dominaban la escena, la derecha extendida a lo largo de la cama, la izquierda flexionada con la planta del pie sobre el colchón, la rodilla apuntando al techo y las suaves curvaturas de su muslo y pantorrilla  fundíendose en un gracioso pliegue justo en la corva.  Las uñas perfectamente pintadas, de rojo si la memoria no me falla. El incitador color de su piel y el  tono del café con leche son uno y  lo mismo,  pero no hablo del café caliente, sino del frío, ese que llaman frappé, ese que se prepara con hielo molido y que te refresca los labios, la garganta y las entrañas al beberlo, ese que  sacia la sed que no sabías que tenías. En su tobillo llevaba puesta una pequeña cadena de oro y, justo en el otro extremo de su lechosa pierna, el nacimiento del muslo se perdía por debajo de la vieja y luida camiseta con la que se vistió  para cubrir su desnudez. La ropa que traía puesta unos minutos antes, cuando llegamos de la calle, estaba perfectamente doblada sobre una silla pegada a la pared, solo las calcetas  yacían  sin concierto alguno  sobre el resto de las prendas. La  vieja y cómoda camiseta se amoldaba a las curvas de su cuerpo cubriéndolo casi por completo.

Aceleró mi pulso en un parpadeo, entre el abrir la puerta del baño para dar uno o dos pasos  y la sorpresa, agradable por lo demás, de mirarla así; fue la primera vez que la veía de aquella forma tan relajada e íntima a la vez, sentí como si hubiera entrando en un recinto donde hay que guardar silencio y mirar con reverencia. Solo estaba descansando después de que pasamos medio día caminando por el centro y buscaba  absorta algún programa que mirar para matar el tiempo en lo que llegaba  la hora.

Cuando salí del baño, de inmediato me preguntó “¿qué quieres ver?”; tentado estuve a contestarle que quería ver el resto de sus piernas, pero obviamente se refería a los programas de la televisión, así que tuve que mirar a la pantalla y algo le respondí, pero no recuerdo qué. Esa fue la primera vez que realmente la miré, que me fijé en su dulce  contorno y noté la tersura de su piel.

La segunda vez fue por la mañana cuando se puso unos shorts coquetos. Unos shorts ajustados, pequeños y muy frescos que se amoldaban suavemente a sus caderas, por no mencionar sus nalgas. Sin embargo son las piernas y sobre todo sus tersos muslos los que acaparan la atención; no por su tamaño que es “petit” si me permiten la expresión, sino por lo bien torneados de las largas caminatas que le gusta dar. Justo me pilló cuando la recorría por enésima ocasión con la mirada y, sin dejar de verla, pudo  interpretar lo exquisita que me parecía su silueta.


Supongo que por llenar silencios,  empezó a hablar del lunar que tiene en una de sus piernas, pierna que empezó a levantar mientras se buscaba la bendita marca para enseñármela. En su defensa debo decir que  lo hacía sin malicia alguna; en mi defensa debo decir que la miraba  solo con curiosidad, pero mientras seguía subiendo la pierna, su pequeño short  iba enseñando más y más de su muslo  y mucho, muchísimo más allá de él, hasta llegar al punto en que mi curiosidad  fue cediendo espacio a un fuerte palpitar tan súbito y potente que, sin poder resistirme más a él, me secó la garganta e hizo que se me antojara Ella y su piel café con leche,  su exótico  sabor  y el maná de su sonrisa más profunda. Beberla en pequeños sorbos sería la gloria; imaginen con las yemas de los dedos recorrer suavemente su cuerpo en una curiosa  e  infinita caricia hasta encontrar ese lunar...

octubre 12, 2015

ENDERMONIADAS RAZONES ©



(a Ella, always Her)
Seiscientos sesenta y seis kilómetros de distancia...
Seiscientas sesenta y seis razones para visitarte... para romper la brecha, tomar dos micheladas (sólo dos) y conocer de tu obsesión con las zapatillas de Dorothy.
Seiscientas sesenta y seis razones para ir a verte, listadas de la última a la segunda, porque la no. 1 eres tú…

666: Aprender a leer en braille usándote a ti como lienzo.
665: Faltan 664, ya está la primera y última razón. Y entre ambos extremos te aseguro que te haré perder la cuenta.
664: Comprobar lo hermosa y sofisticada que te has de ver con vestido cortito, negro y entallado.
663: Ir a  para guiñarte el ojo como ningún emoticon puede hacerlo.
662: Pasear con la mujer segura de sí misma y tomar un helado con la niña chiquita.
661: Embriagarme con tu sonrisa, que de vodka en cualquier lado.

660: Ir para que me guardes un suspiro, ¿los secretos qué?
659: Decirte al oído lo que cualquier teléfono se sonrojaría de reproducir por su bocina.
658: Satisfacer mi curiosidad en los misterios de tu mirada.
657: Probar la fusión de tu curiosidad con la picardia de tu encanto en la comisura de tus labios.
656: Ofrecerte mi garganta, no en sacrificio, sino como ofrenda a tu sensualidad.
655: Ver en persona esa sonrisa que me provoca sonreír.
654: Perderme en tu mirada, encontrarme en tu sonrisa y saborear el gusto de tus labios.
653: Convertirte en mi cómplice en la aventura de hacerte vibrar sin siquiera tocarte, pero tan cerca que pueda escuchar la música que de ti emane.
652: Mandarte a dormir desnuda, porque después de susurrarte al oído lo que cualquier teléfono se apenaría de repetir, tú solita desearás quitarte las bragas para dormir abrigada y calentita en los brazos de Morfeo.
651: I will  go to make you babble, not out of pleasure, but out of delight and enchantment.

650: Dreaming of you biting your lower lip makes me wonder what's your taste like. You demand words, I'll go  to offer them hoping I can get a little taste of what you're biting right now as a reward.
649: I'll go to make you gasp at the pace of my heart beat. The deeper you smile, the faster my heart beats.
648 I'll go there to map your city across your body, so every corner of you reminds me of a place in your town.
647: Ver en persona las emociones que mis palabras te provocan, porque me dices que no pueden ser descritas, sino deben ser vistas.
646: Tomar el lugar de tu índice y cordial izquierdos para acariciar tus dulces labios con un largo beso mientras escucho la música que emane de tu boca.
645: Conquistar cada centímetro de ti con un beso, uno por cada razón, cada beso que humedezca tus ganas, cada beso que incite mi sed; 665 huellas en ti, desde la cabeza a los pies, que en la 666 besaré la fuente de tu eterna juventud.
644: Surrender myself to the power of your enchantment, to let you screw my brains out with a single glance of your eyes, while I beg your fury rips all your clothes off to show me the way to paradise.
643: Traveling just for the pleasure of actually hearing your real voice.
642: To count all the apples I earned and turn each one into tiny bits all over you. No particular place at all. 
641: Learn from you how to tap  my phone's keyboard just as well as caressing your Braille body.

640: Cubrirte con pétalos de rosa y pensar que son hojuelas de manzana;  tomarte una foto que te haga sentir sexy con solo verla.
639: Get a glance of the intelligent, undefined and free spirit you are.
638: Ganar el privilegio de posar mi mano sobre ti y simplemente esperar a que pueda sentir el ritmo de tu pausado corazón.
637: Buscar un parapente, o cómo se llame, y  volar contigo para verte sonreír con una gran estúpida sonrisa. 
636: Buscar una pluma de ganso o similar y usarla por el lado del plumón para escribir sobre la historia que tú me quieras platicar.
635: Say to you: "Madam, I'm Adam" and watch laugh just for the pleasure of it.
634: Mordisquear el nacimiento de tu cuello mientras “gaspeas” pensando en manzanas rojas.
633: Ser palabras que se consuman en tu mente.
633-a: Conocer dos o tres lugares en compañía de mujeres extraordinarias, todas con el mismo nombre.
632: To admire your ass cheeks in the so called blue dress.
631: You said you volunteer yourself as an apple for me to bite, I will bite you, as much as you want me to.
631-a: To flood my eyes with the same mental picture of your tight black jeans and red top.

630: To hear you rock and take little pieces of your smile.  Never, never, never from your heart.
629: Llegar para hacerte volar sin que debas despegar los pies del suelo.
628: To visit you  not because you're there waiting for me, not for the magic hiding beneath your clothes and garments, but for the light in your eyes.
627: To let you put your back on me and read my mind; then a subtle kiss  no one sees is gonna turn this thing around.
626: Temperature will not play a role while being there. I'll only get thirsty if you get wet. The wetter you get, the thirstier I'll be.
625: Escuchar lo que tu “innner core”, sin máscaras, quiera decir o callar, porque hasta en el silencio se comparte.
624: Encontrar el norte en tus estúpidamente expresivos ojos, tus chinos de medusa y esa arrogante inteligencia que te mantiene en rumbo con el latir de tu corazón y lo que fluye en él, dañado, loco, auténtico.
623: To satisfy your curiosity, whatever that means to you.
622: Caer seducido de golpe por tu sonrisa, por esos ojos estúpidamente expresivos de mirada enigmática de felino y apetecibles como el agua.
621: Amarte para  que la luna sea testigo de cada movimiento, de cada palabra, de cada beso.

620: Aprender a desearte infinitamente, haciendo de cada gesto, placer o palabra una oración; convertirte en Diosa de mi nueva religión.
619: Probar un tierno y jugoso bocado, tuyo o en tu compañía, de un corte o de tu cuerpo, y a embriagarme con una copa de vino o con la ambrosía de tus labios.
618: Caminar descalzos por la playa, sin rumbo y sin prisas.
617: To worship your distinctive fairness, which starts in your soul and ends up in your body.
616: Descubrir que eres un poco jaguar y un poco agua para ser atraído y devorado por una pantera, al tiempo que, como el agua, te escapas entre mis dedos.
615: Ganar el privilegio de recrear la escena donde el blue dress y los garments cayeron a tus pies.
614: Poseerte del único modo decente que conozco: rendirme a tus pies.
613: To lean you on my fingertips so you can wonder about them as long as you want and use them anyway your wetness want to.
613-a: Que reposes en las yemas de mis dedos y fantasees con ellas tanto como quieras, y después las uses tal y como tu húmeda calidez desee.
612: Dicen que una mujer feliz es toda agua, así pues iré para cerrar los ojos, sumergirme y aprender a respirar dentro del agua. 
611: Convertirnos en caricias mientras una parte de mi se desgarre y suba por dentro de ti como línea de mercurio midiendo nuestra fiebre.

610: Llenar de colores cálidos cada una de tus extremidades para que la punta de tus pechos deje de ser el único trazo de color brillante, e iluminar en tus muslos esas antiguas columnas que descifraré con cariño.
609: Hacerte el amor como si fueras la luz más intensa del universo.
608: Besar tu ombligo hasta que no puedas reir más.
607: Hacerte la pregunta 37 en persona y ver a dónde conduce...
607-a: Formular una pregunta, pero descubrir que los miedos, anhelos e inseguridades pueden cambiar el sentido de lo que se pretendía, y que la consciencia y el diálogo, aunque no pueden borrar lo dicho,  pueden corregir el rumbo.
606: Listen you share with me what's inside of you, even if that creates a delicious mental-physical loop.
605: Confirmar por qué es buena idea pensar en la segunda vuelta.
604: To visit you so you can fill this particular reason with whatever you want.
603: Exponerme a tu presencia, pues el precio por el síndrome de abstinencia es poco junto al adictivo gusto de mirarte a los ojos.
602: Hacer un trío entre la barda, tu y yo, dónde cada uno volemos al otro.
601:  To take a deep breath in your Medusa like curly hair and go high.

600: Soplar suavemente sobre tu cuerpo al ritmo de tu gaspeo.
599: Voltear por el revés el vestido negro entallado para mudarte de una piel a otra.
598: Hablando de tragos, si uno no es suficiente y tres son demasiado,  ir a verte con un par será perfecto.
597: Exasperar a una, volver loca a otra, matar de la risa a aquella y hacerte fantasear mientras tu stupid grin dirige la orquesta.
596: Comprobarte que tu ermosura va más allá de las convenciones,  empezando por las ortográficas.
595: Hacer la visita tan intensa que rompa tus patrones en un caos sin que te des cuenta.
594: To peel off your tight pants to caress your turgid peach skin.
593: Besar cada centímetro de ti, desde la punta de tus dedos hasta tus suaves labios; después besarte en la boca.
592: Derretirme entre tus brazos.
591: Verte desnuda y decir con acento cubano "¡Qué cosa más linda, chica!"

590: Cambiar mis saladitas horneadas por un  dulce beso tuyo. 
589: Amanecer contigo y la luz de tu sonrisa.
588: Confiarle  a tu subconsciente el acrónimo de tu nombre para que lo sueñes por las noches.
587: To roast marshmallows  in a bonfire at the beach by midnight.
586: Tocar un timbre y salir corriendo para hacerte jadear de distinta forma.
585: Visit you so we can have a real "ceviche" with "saladitas horneadas" while  hearing you laugh out of delight and silly things.
584: Servirte de cómplice en tus más secretas o locas aventuras.
583: To get so close to you we mingle into one and then rock you like a hurricane.
582: Crear contigo la fuente de nuestro mutuo placer.
581: Que me llames no sólo con la mente sino con lo que tú quieras.

580: To use your sharp tongue for getting quite a hell of a ride.
579: To witness the sexy way you wear only a tight,  short, black dress & nothing more.
578: To lean you on your back while we both discover reasons for your hips to arch for the sake of it.
577: Recostarte para que puedas ver el cielo estrellado,  aunque no querrás dejar de mirarme a los ojos.
576: Divertirnos ayudándole a Ella a sabotearnos.
575: To let you lead the way, hear what you have to say while I enjoy the view.
574: To body paint on you the patterns of our delight.
573: Darnos razones para volvernos a ver.
572: Tomar un curso de tus manos para acariciarte como es debido.
571: Savor the taste of true you.

570: To hear you giggling while giving you reasons to do so.
569: To go for no reason. Meeting you is a 666 miles travel worth for.
568: To hold on tight to your smile and let the world fade away.
567: Morir en ti.
566: Conocer de tu sensualidad que siempre creiste callar.
565: Ir para que me sonrías bonito y deseemos que las caricias ocultas te las haga yo.
564: To state you're always gonna be you, thankfully always you.
563: Ir sin agenda previa,  el único punto de acuerdo es lo que acordamos y será lo que  firmemos con una mutua stupid grin.
562: Visitarte para que sea el saxo (fón) maravilloso el que marque el ritmo de nuestras mutuas caricias.
561: Provocar tal verborrea que sea necesario comunicarla hasta con el alma.

560: To increase our desire to the point of no return, till you want to cross your legs suficiente around me.
559: Expandir nuestras burbujas hasta congelar el tiempo el tiempo suficiente.
558: Give it all and feel the magic beneath your breath, at the surface of your skin.
557: To find your breath, gasp by gasp, until you truly need to inhale again.
556: Encerrarnos en tus ideas hasta que necesites desgarrar la salida con un profundo y gutural sonido de tus entrañas.
555: To play games no other human being dares to play.
554: Comprobar qué tan fuerte es el atractivo sexual que nos sugiere la quiromancia.
553: Sin ser el poder de la Nada, devorar tu miedo y fascinación,  cual lobezno mordisqueando un hueso.
552: To hear you pant while you cross and uncross your legs in anticipation.
551: Reírnos de las veces que he estado a un tris de cagarla y evitarle todo el trabajo a Ella.

550: Ser tu objeto de estudio para mirar qué es lo que te hace sonreír pícara,  ansiosa, ardiente y hasta perpleja.
549: To change your tight clothes for my bare hands just to discover if you like wearing them both.
548: To sync your THA with mine at the rhythm of our gasps.
547: To find the places where my trembling fingers won't be a trouble but a source of enchantment.
546: To go so no longer I have to imagine THA, but have the joy of witnessing first hand.
545: Finish the foreplay so we can imagine  a more intimate way of sharing us both.
544: Besar tus suaves labios mientras tú mordisqueas los tuyos.
543: Robarte de Morfeo y que no pegues un ojo en toda la noche.
542: Escuchar y ser testigo de lo que no puede ser contado.
541: To teach the atheist to tease the red button.

540: Aprender a juguetear con el botón rojo y comparar lo que puedo enseñar de lo que puedo aprender de espectador.
539: Descubrir que  las saladitas no son sólo horneadas y crujientes,  sino suaves y aromáticas.
538: Descubrir las capacidades multiterremotas de las saladitas.
537: To sip in the way you move while walking.
536: Reír y mirarte reír con el drama de las princesas desesperadas.
535: Give you reasons to play with your curly hair.
534: To improve my spoken English by saying poetical words to my English teacher.
533: To get hypnotized by the way you walk with heels or with out them.
532: Tomar un segundo café contigo sin ningún ratón distractor en los alrededores.
531: Picar tu curiosidad  para que pidas elaboradas explicaciones sobre las razones que me hacen espolear tu curiosidad.

530: To steal your smile,  knowing that I can't steal something that has been given to me already.
529: To hear you whisper "lindo" to me.
528: Get a comforting kiss and a cuddle.
527: Compartir contigo momentos que nos hagan sonreír en el momento y en el recuerdo.
526: Walk by the Boulevard  with no destination, holding your hand.
525: Spot you like: "the gorgeous woman over there,  the one in brown".
524: Bailar contigo,  al ritmo de la música que lleves por dentro.
523: Escuchar lo que dices para contestarte de modo que me digas "lindo", porque viniendo de ti suena a gloria.
522: Ayudarte a morder tus labios cuando te diga algo lindo.
521: Darnos razones para bebernos como una buena taza de café.

520: Spend  my last 24 hrs with you.
519: Encontrar motivos para seguir con estas razones y cumplirlas todas.
518: Escuchar para comprender a tu lado por qué Paca es Paca.
517: Cambiar con mi cómplice la acción de las siguientes razones.
516: Regresar  al único lugar posible donde existe quién para usar y compartir el polvo de hadas.
515: Look into your eyes and let you know why I love you.
514: Regresar justo en este instante si eso ayuda a tu mente a convencer a tu cuerpo de sonreír aunque no tenga fuerzas para hacerlo.
513: Regresar  y embelesarme con tu esencia mientras duermes, velando por tu descanso.
512: Regresar a prepararte un caldo de pollo con tu receta secreta.
511: Regresar  y acurrucarme en las nubes procurando no volar sino  simplemente estar.

510: Regresar  y comprobar que mi audacia no tiene que ver con estados de duermevela sino con la confianza y comodidad que me haces sentir.
509: Regresar porque sé que verme te alegra y te hace sentir  de tal manera que sirve tanto como la mejor medicina.
508: Regresar  no porque seas adictiva,  sino porque eres razón.
507: Show to the junkie the real stuff is way better than the reasons, no matter how addictive they are.
506: Regresar  para amarte hasta que se acabe el tiempo.
505: Regresar porque uno va a dónde el corazón apunta.
504: Comenzar el bosquejo de planes porque si hay algo mejor que volar junto a una princesa es volar a su lado con rumbo.
503: Regresar y, aunque podamos abandonar  la lista de ellas, constatar que las razones son las que nos mueven a amarnos.
502: Regresar, mirarte y  descubrir, entre “grin” y “grin”, nuevas maneras de sonrojarte antes de sentirte entre mis brazos.
501: Regresar  para saborear la paz que dormir a tu lado me brinda.

500: Regresar para ir juntando días en que despierte y seas tú lo primero que vea, ermosa (sic).
499: Regresar para que mis ojos te digan lo que tu sonrisa esboza.
498: Regresar  porque amarte es la opción que escojo.
497: Regresar  e inundarnos en olas de cercanía,  intimidad y placer que van más allá del contacto físico.
496: Regresar  e imaginar el mundo que tus ojos prometen.
495: Leer los piropos que tatuamos en tu piel.
494: Regresar  y, entre picardía y picardía,  mentar madres a quién haga falta.
493: Regresar  a leer de tus ojos las pistas para listar las razones que completen the magic number.
492: Regresar por el placer de saberte entre mis brazos.
491: Regresar  a hacer en persona lo mismo que hago a distancia: simplemente amarte.

490: Regresar  y sincronizar las yemas de mis dedos y mis labios con tus silencios y suspiros.
489: Go back  to hold hands with you as a way of physically sharing the moment, whether is watching THE series,  having breakfast, kissing you or just being.
488: Regresar  cuál cometa Halley, porque lo maravilloso es el momento,  más que completar la vuelta.
487: Return  to keep building up that intimate warm tingling feeling.
486: Return to smile with you.
485: Regresar  por el placer de navegar en tu mirada con el norte de tus besos.
484: Regresar  para abrazarte con el gusto de sentirte entre mis brazos mientras te acurrucas en ellos.
483: Hacer lo mejor que se puede hacer con una mujer como tú: expresarte en persona el amor que me inspiras.
482: To make you blush as red as Dorothy's slippers while we go along the yellow brick road.
481: Regresar  y abrazarte, besarte, mirarte y sonreír con la stupid grin más grande y genuina.

480: Cantarle bonito a la rockaholic.
479: Mirarte  y reconocer que 666 razones no bastan, pero son un buen principio.
478: Regresar  con rumbo al mar y a la frescura de la lluvia, de tu presencia y del encuentro.
477: Just to kiss you goodnight.
476: To redefine the meaning of Lucid Dream next to you.
475: Regresar porque cada día,  aunque no es en persona, te vuelvo a elegir. 
474: Return  to feel and listen your leisurely and crazy heart at the best place on earth,  next to you.
473: Return to you because peace has something to do with you while I sleep at your side.
472: Return to you so I can whisper you THE word,  the one which perfectly summarizes you: your name.
471: Return to you   so I can cuddle you while feeling the breathing of the most lovable woman.

470: To caress the softness of your presence and enjoy the enlightenment of that "I beat  Armstrong at the final stage of Tour de France 2000 " smile.
469: Regresar porque tu sonrisa es un rayo de luz que añade alegría a mi existencia.
468: To hear and feel your silence,  to roam through your kisses and listen to you,  so I can hanker after you while I'm away.
467: Go to your sprint to see you cross the finish line with the 'Impossible" (I'm possible) smile.
466: To tuck you in bed,  kiss you good night and guard your dream.
465: …

Y así la lista, como la vida, no siempre llega a dónde uno planea que llegue, pero al saber que el mejor momento es siempre el ahora,  el recuerdo queda como tal y podemos despedirnos diciendo: “gracias por haber sido parte del mejor presente que he vivido... ”

Tan Ella como siempre

El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte; era un martes por la tarde, quizá miércoles o tal vez jueves, francamente no llevo cuenta de l...