abril 27, 2011

CONJUNTO RAM ©






Veamos,  según yo (jaja, ¡qué zonzo! en mi blog siempre es según yo), las relaciones se pueden explicar con los diagramas de Venn:
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*Cada uno de nosotros es el conjunto de características que nos hace únicos (aunque hoy en día parece haber muchas copias baratas de los mismos, pero no es el punto) y a partir de ese "YO" nos relacionamos con los demás.
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*Pongamos que "TU" es la relación más importante para "YO" ("más significativa", dirían los políticamente correctos... whatever). Por cierto, TU puede ser hombre, mujer o quimera, no importa.
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*Y "TERCERO" es cualquier otro ente, lo que sea que "TU" y "YO" quieran poner ahí. Evitemos a las(os) amantes en este punto, ¿vale? ¿Por qué? Porque aquí estamos hablando con círculos, no de triángulos y si mencionamos "amantes" vamos a empezar con los "si, pero" y nos saldremos por la tangente, además "TERCERO" aquí tiene contacto con ambos. Y lo que intento ejempificar es que todos tenemos un espacio en el que caben muchos "espacios": el común, el compartido, el excluyente (si, excluyente), etc.

Para que no vaya el burro por delante, partamos de "TU":

1.-"TU" existe y es independiente, tiene su propio espacio.
2.-"TU" y "TERCERO" tienen su propia zona, esa de los chistes locales por poner un ejemplo, donde "YO" no tiene nada que hacer.
3.-"TERCERO", cuando no está ni con "TU" ni con "YO", vive su vida, que sea feliz por sus rumbos.
4.-"TERCERO" y "YO" también tienen sus chistes locales y ¡qué bueno que los tengan!
5.-"YO" puede ir a silbar a la loma en su parte del mundo, es su mundo.
6.-"TU" y "YO" al relacionarse forman una unión, un área en común pero exclusiva a ambos.
7.-Queda la zona donde "TU", "TERCERO" y "YO" convergen, el lugar desde el que pueden conquistar el mundo, tomarse un par de chelas mientras lo arreglan, filosofar sobre la inmortalidad del cangrejo  o lo que se les ocurra.
 
Cada aspecto de nuestras vidas tiene su espacio y tiempo. Nuestra vida se relaciona con la de muchos otros de muy diversas maneras pero siempre debe haber un espacio exclusivo a uno; cuando uno absorbe al otro se pierde la igualdad porque entonces uno contiene al otro ¿y quién desea ser contenido? ¿Quién en su sano juicio quisiera contener al otro? Somos personas no objetos.

Las relaciones sanas entre personas crean algo distinto a partir de la suma de sus partes, algo "más" de lo que son por separado. Como en la teoría del color, supongo: a partir de los básicos, el resto de los colores se obtienen al ir añadiendo luz resultando en algo mas que la suma de las partes.

Si podemos agregar color ¿para qué oscurecernos la vida?

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abril 21, 2011

QUERIDA MUJER



Sólo si son algo más que palabras...

(a la derecha del "timeline" está la opción CC -en la flecha arriba- y aparecen los subtítulos)

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abril 12, 2011

ALARMA I ©


foto: web

Cuando compré mi carro, lo primero que notaron todos aquellos a quienes se los enseñe es que no tenia radio. Y me lo decían con una cara no se si de espanto o de reproche; en todo caso me miraban como si fuera un sacrílego que osara profanar con el silencio la cabina de mi propio auto. ¿Por qué será que todo mundo -muchos en el mundo, debería decir- asocia la música con el acto de manejar? Mucha gente trae música en su auto, pero más como "ruido" de fondo, como algo con que llenar los vacíos, el silencio propio si van sólos o el compartido si van con alguien. Varias amistades me recomendaron instalar un estéreo, dándome a entender que era un favor que yo mismo me haría. "¿Para qué quiero un estéreo si vamos todo el tiempo platicando?" replicaba yo, porque curiosamente los más parlanchines eran los más insistentes.

Total, que un día amanezco de buenas y voy a una boutique de esas donde encuentra uno de todo para el auto, desde un aromatizador con olor a pino finlandés -que todo mundo sabe no huele igual al pino americano- a un kit para el motor que incluye turbo, chip de no se qué que  automáticamente invalida cualquier garantía de fábrica que el coche pudiera tener. El chavo que me antendió, en cuanto supo lo que buscaba, se emocionó mostrándome lo último en equipos de sonidos con bocinas instaladas en cajas de madera tailandesa para la correcta resonancia de las guitarras eléctricas y el ukulele bajo cualquier circunstancia; equipos distintos con pantalla táctil y reproductor de DVD, CVD, Mp3, ACC, bla, bla, bla, etc; equipos iPod ready, GPS, manos libres... bueno, todo un virtuoso de su oficio el chavo aquél. Cuando logré convencerlo de que sólo quería un radio me mostró algunos que -después del despliegue anterior de tecnología- parecían una verdadera ganga. Escogí uno que hasta control remoto tiene (pregúntenme si alguna vez he usado el mentado control; vamos, que el estéreo lo tengo a menos de 20 centímetros de la mano cuando conduzco...). Antes de cerrar mi cuenta -buen vendedor- preguntó si algo más necesitaba; mmm... ¿una alarma? Me vendió una que incluye sensores para las ventanas, la cajuela, las puertas, inmovilizador, corta corriente, apertura remota del portón de la cochera, opción para prender las luces de la casa y alerta vibratoria de calendario para recordar las fechas "memorables" sincronizada con, adivinen ustedes... el estéreo recién instalado. ¿No es una chulada la tecnología? Porque además le puedes ajustar la sensibilidad. Tu decides si quieres que se disparé la alarma con cualquier airecito o mala mirada -de esas de envidia- que le de al carro o si prefieres que la alarma suene sólo y sólo si le cae un hipopótamo encima.

Una sólo función de la alarma hace que se pagué a si misma cada vez que tengo oportunidad de usarla. Bueno, una vez si que se pagó la alarma al evitar que se robaran el carro: sencillamente no pudieron encenderlo, pero ese es otro cuento.

En mi rincón del planeta estamos tan condicionados a desconfiar, a mirar por encima del hombro que siempre andamos cuidando lo propio y lo de los conocidos. El carro es un caso clásico. Desde pequeño he visto el mismo ritual en cualquiera de los acompañantes del conductor (quien maneja se cuece aparte, por ahora dejémoslo marinar). Algunos son más celosos en su aplicación. Otros fingen no darle importancia pero de cualquier modo se fijan. Y no importa si el acompañante es frecuente o esporádico, se comporta igual al bajarse del carro: no se aleja del vehículo hasta que se asegura que se hayan activado los seguros de las puertas. El ritual varía dependiendo de si el carro es eléctrico o no, de si los seguros están a la vista, etc. Lo seguro es que si el acompañante no ve botón eléctrico alguno  y sólo tiene a la mano el seguro mismo, accionará manualmente el seguro de su puerta.

Le comento a quien esté conmigo en ese momento, al bajarnos, que el auto es eléctrico, que no es necesario cerrarlo manualmente; así que mi acompañante espera que en algún momento apriete un botón -en el carro, en el llavero, donde sea- para cerrarlo. Pero sólo me bajo, guardo las llaves y comienzo a caminar. -"No lo has cerrado"-me dicen sin decidirse a dejar el carro. En algún momento se para entre los dos, entre el auto y yo, y señalando con algo de temor hacia el auto vuelve a repetir "No lo has cerrado".

-"Se cierra solito, vámonos"- ¡Por Dios! ¡cómo me divierte!
-"¿Seguro?".  
-"¡Seguro!, ven" -volteo sin darle la mayor importancia y sigo mi camino.

Cuando vamos ya a algunos metros, la alarma se activa, toca el claxon, se prenden las luces y se cierra el carro. En ese momento pregunto "¿Viste?" y sigo como si tal cosa.

Hay un pequeño problema con la alarma del carro: a pesar de lo "inteligente" que es y de los mil sensores que tiene o se le pueden instalar no sabe cuándo olvidas las llaves en el interior. Y si el "inteligente"  dueño no se da cuenta antes de que se cierre el carro... bueno, pues quedará encerrado fuera del mismo, el carro cerrado a piedra y lodo y las llaves durmiendo el sueño de los justos todavía en el interruptor o en el asiento o donde las hayas dejado. Y miren que sé de lo que hablo... A últimas fechas, si no las encuentro, primero voy a buscar las llaves dentro del carro.

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abril 05, 2011

DIAGRAMA LAM ©

En la vida siempre queda la posibilidad de no hacer nada: no te arriesgas al fracaso, pero tampoco te arriesgas al éxito; de hecho no te arriesgas a nada. Si te avientas tal vez ganes, tal vez pierdas, pero de seguro te entretienes...

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abril 04, 2011

Adios ©


Si flores me vas a regalar,
dámelas cuando te pueda decir "gracias".
Si un beso me quieres dar,
hazlo cuando yo pueda sentirlo.
Si deseas darme un gran abrazo,
procúralo cuando yo me pueda estremecer.
Si vas a decir "te amo",
dilo cuando yo pueda escucharlo.
Si vas a llorar mi pérdida,
hazlo cuando aún esté yo aquí;
quiero llorar contigo,
no por mí, sino por ti.

No sufras sólo,
para eso me tienes a tu lado.
Aunque agonice no reprimas tu dolor;
tal vez no quieres mortificarme
con tu llanto, agradezco la intención.
Más sufro yo al verte
reprimir tus emociones.

Yo ya viví y acepto mi final.
Tú debes vivir y aceptar mi pérdida.

Cuando la tierra me sepulte
dime "adiós" aunque ya no te escuche.
Cuando mi tumba esté cerrada
da la media vuelta y, sin mirar atrás,
sigue adelante; vive tu vida.

Si me quieres no me olvidarás.

 
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Mosquito ©

Falta poco tiempo para el amanecer y Ella ha pasado despierta la mayor parte de la noche, al menos así lo siente; no sabe si  es i...